Siendo más de las dos de la madrugada, pienso en todas aquellas cosas que me ha tocado vivir… hay tantas palabras mal dichas, mal escuchadas, tantas palabras que me hubieran gustado pronunciar… la vida ha cambiado, yo sigo igual… y esto provoca en mí una rara sensación de desubicación, lamentablemente me duelen un poco más algunas cosas que otros pasan por alto, lamentablemente sigo siendo igual de ingenuo, por más que me de aires de saberlo todo o me jacte de conocer bien las artes amatorias y las artimañas de lo cotidiano, me siguen tomando el pelo y hago el papel de tonto más veces de lo que debiera. Si, lo acepto, soy un tonto, un tipo distraído que va cantando por las calles y que le presta demasiada atención a lo dicho por las personas que son importantes.
Siendo más de las dos de la madrugada, recuerdo con cierto cargo de conciencia las palabras mal dichas: esos desaires, frases insalvables o crueles que han salido de mí hacia personas sin culpa alguna, hacia gente buena que algún día tuvo la mala suerte de cruzarse conmigo… les pido perdón aunque de nada sirve, porque no lo escucharan, porque no les importará, porque fui un idiota que no supo valorar a las personas que fueron buenas conmigo… solo Dios sabe donde estén, y así caminen lejos de mi, quiero desde estas palabras perturbadas decirles que las valoro demasiado, muchísimo más que antes cuando era un niño que no sabia nada de la vida…personas de bien, gente buena: ahora que lamentablemente ya no están, deben saber que me hacen falta y ya estando más crecido y golpeado, las recuerdo con cariño, pues al alejarse de mi, me enseñaron que de vez en cuando es bueno tomar distancia de seres como el que un día, hace ya bastante tiempo, fui.
Nunca podré, para desgracia mía, olvidar lo que mis oídos captaron de ustedes, personas importantes. Lo he intentado tantas veces, hasta el cansancio, pero está en mi naturaleza, vino conmigo a este mundo y siento que he perdido no sólo la batalla sino la guerra completa con el resentimiento, si notan algo raro en mí seguramente es eso, el dolor de algo que pudieron decir o hacer sin intención de lastimarme; las palabras mal escuchadas forman en mi una especie de cruz enorme y pesadísima que yo mismo pongo sobre mis hombros; me gusta pensar que cuando ustedes las pronunciaron fue con la mejor intención posible, pero aun así me dolieron, aun así provocaron una herida profunda en mi endeble corazón y por eso y porque soy un tonto, no he podido olvidar, perdonar y aprovechar. Lo siento planeta tierra, pero soy así… no quisiera serlo, lo digo con la mayor franqueza,… no conozco a nadie que tenga esta desdicha de recordar con resentimiento, no con rencor, cosas que los días, semanas, meses y años han empolvado…a ustedes no les pido perdón, no les he hecho nada… si alguien me tiene que perdonar seguramente soy yo mismo, porque el daño me lo hago yo, pero sinceramente no me provoca pedirme perdón. (Quizá por estar resentido conmigo mismo).
No sé si algún día pueda pronunciar las palabras que debí haber dejado nacer, no sé si la vida sea otra vez tan generosa como para tener a esas personas delante mío una vez más y decir todas aquellas cosas que tenía en el corazón… prometo hacerlo si se da a oportunidad, …quedarme callado, por miedo, por falta de valor, es tal vez lo peor... sabiendo que decir, sintiendo cada palabra en el pecho y dejar que el silencio ocupe segundos que tal vez nunca más regresarán es sin duda una gran torpeza…ahora pienso en todas aquellas cosas que me han tocado vivir, habiendo estado en la gloria y en la desgracia, habiendome tocado ser una sufrida victima y un vil villano, ser un poderoso dios y ser un triste demonio…hoy, a pesar de sentirme una especie en extinción, siendo casi las tres de la madrugada, tengo que agradecer cada momento doloroso y placentero, cada beso y cada desprecio, cada palabra mal dicha, mal escuchada y mal callada, agradecer a la gente que perdí, que gané, que recuperé…pues todo, absolutamente todo lo que ha tocado vivir, me ha hecho ser asi como soy...me ha permitido escribir, hoy sábado por la noche casi a las tres, …y escribiendo aquí, con una taza con café muy cerca de mí, vistiendo con polera y pantalones cortos en pleno invierno, debo de confesar que me siento extrañamente feliz.